Revindicando a las princesas rosas

Antes de ser madre estaba llena de convicciones estereotipadas y verdades absolutas, qué enorme cura de humildad puede suponer, a veces, la maternidad. Una de estas convicciones era que las diferencias de género eran tan solo una construcción cultural y que una educación igualitaria terminaría con la imagen del niño jugando con coches y la niña con muñecas.

Revindicando a las princesas rosas
Hace unos días, una amiga me comentaba que, para el cumpleaños de sus hijos había rellenado un piñata con caramelos, muñequitos, cochecitos y minisets de maquillaje. Hasta aquí todo normal, el problema es que después algunas de las mamás invitadas le habían recriminado haber puesto el maquillaje. Mi amiga no entendía (y yo tampoco) los reproches. Vale, que no vamos a fomentar estereotipos, pero si a un niño o niña les gusta algo, ¿Qué hay de malo en ello? A fin de cuentas están explorando, jugando y aprendiendo. Además, mi amiga no había dado una cosa a las niñas y otra a los niños, no, había puesto cosas variadas y los pequeños habían decidido con qué querían jugar.

No hace mucho, una vecina me contaba lo que le gustaba  jugar a su hijo a las comiditas y que no había permitido a la abuela que le regalase una cocinita para el cumpleaños. Pero, ¡Si hasta en el colegio la tienen en infantil como parte del rincón de juego figurativo!, ¿Por qué no permitía, si ademas me decía que le encantaba, que el pobre tuviese una? Pues en el fondo, por lo mismo por lo que no les gustaban los maquillajes a las mamás de aquellas niñas del cumpleaños.

Cuando alguien interfiere en el juego de sus hijos lo hace porque:

1. No respeta el juego como principal factor del aprendizaje infantil. El juego sirve para explorar y ensayar de forma segura todo aquello que es susceptible de ser aprendido. Gracias al juego se puede hacer la guerra sin temor a las consecuencias, ser cocinero sin quemarse o ser una princesa rosa sin la necesidad de serlo realmente. Todas estas cosas les ayudan a investigar y quedarse sólo con lo que les parece de utilidad. A Shikobito le dio muy fuerte con las herramientas (lo arreglaba todo), después con los bomberos y ahora con la ciencia. A Shikobita, sin embargo, le da por jugar todo el rato a mamás y bebés (siempre de peluche, no soporta las muñecas). Una vez exploran todas las posibilidades que les brinda el juego, lo desechan y escogen otro. Todo esto no es más que una excusa para tratar de comprender el mundo. Por eso, no es habitual que entre los adultos, tengamos que preocuparnos por jugar a coches o a bebés, cada edad tiene sus necesidades y sólo cuando no se permite expresarlas correctamente se pueden llegar a convertir en problemáticas.

2. Miedo. Como consecuencia del primer punto surge el miedo. Miedo a que si juegan a la guerra sean violentos o que si se pasan horas peinando muñecas luego sólo se preocupen por su imagen y ser guapas, a "feminizarse" o "masculinizarse" en exceso,.... Jugar, pese a que enseña a hacerlo, no es vivir; así que respetemos los gustos de nuestro hijos y aprovechemos a enseñarles a través del juego nuestros gustos, valores y creencias, siempre desde el respeto y el amor.

Lo único que podemos, y debemos, exigir a los niños a la hora de jugar es que no hagan daño ni a las cosas ni a las personas con las que juegan.

Tan malo es fomentar los estereotipos como tratar de eliminarlos mediante la imposición de nuestras opiniones respecto a ellos. Dejemos a los niños decidir a qué jugar libremente y sin miedo. 

¿Qué te parece?, ¿Tu peque juega a cosas que no te gustan?, ¿Cómo actúas en esos casos? No te olvides de dar a compartir o dejar algún comentario, si te ha gustado ;)

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